Giraldo Piloto siente que ha llegado la hora de renovar el
entramado timbero en función del gusto actual de los bailadores.
Giraldo Piloto siente que ha llegado la hora de renovar el
entramado timbero en función del gusto actual de los bailadores. Al frente de
Klímax desde su fundación algo más de dos décadas atrás, acaba de someter a la
consideración del público el álbum Mis 21 años (Egrem), con un repertorio
integrado por 12 piezas en las que recorre diversas matrices de la música
popular cubana, unificadas bajo el denominador común de un particularmente
intenso tratamiento orquestal.
En términos de ritmo y timbre, el actual ropaje de Klímax
pareciera un paso lateral en un panorama donde los acentos fuertes de la timba
han predominado. Pero si se presta atención, Piloto no ha hecho más que ser
fiel a sí mismo, a lo que comenzó aportando a la banda NG, de José Luis Cortés
en sus orígenes, y al despegue de Issac Delgado.
Hay piezas de puro linaje timbero –si nos ponemos de acuerdo
en valorar el fraseo incisivo de los metales, el tupido tejido de la percusión
y la dinámica de las voces solistas y los coros–, como Un juego de manos, con
Carlos Calunga, reviviendo sus días en la agrupación antes de incursionar con
el Trabuco de Manolito Simonet y una de
las versiones de Buenavista Social Club; Mami, a cargo de Dayán Carreras,
conocido por su labor con Pupy y Los que Son Son; y, sobre todo, ¿Qué me vas a
hacer?, con la explosiva Tania Pantoja; y Por qué no, en la que Yenisel Valdés
y Brenda Navarrete desplieguen los tópicos de la aludida corriente de la música
bailable.
Pero están esas otras obras donde el son deriva a una
expresión salsera sofisticada, mediante variantes que dan cuenta de la profunda
conexión del autor y director musical con la evolución del género en la isla:
Mi ventana, donde une la característica emisión vocal de Alexander Abreu con la
estirpe rumbera de Osaín del Monte; Nuestro amor es un partido de fútbol, con
Paulo FG como protagonista; Si tú no está pa’ na’, defendida por Amaray; La
chica del horóscopo, en la que sumó al vanvanero Robertón (lamentablemente el
video clip es de un sexismo vulgar); y la recuperación, en la voz de Mandy
Cantero, de una de las joyas de Piloto, El 443025.
Del bolero a la balada se cruzan dos temas: No imaginé, por
Waldo Mendoza, y Grandeza nuestra, que en el arreglo de Demetrio Muñiz y la
comunión entre Leo Vera y Pancho Céspedes, cobra altura convincente.
No podía faltar el homenaje a la memoria de su padre,
Giraldo Piloto, quien formó uno de los más respetados binomios autorales con
Alberto Vera. El clásico Añorado encuentro, que popularizó Vicentico Valdés,
trae de vuelta aquella grabación original engarzada a su recreación salsera por
Klímax. Una pista para disfrutar.( Por: Pedro de la Hoz, Diario Granma)