domingo, 26 de septiembre de 2010

Tumbao influenciado de Chucho Valdés


Por: Juan Carlos Piedrahíta B.
El pianista, fundador de la agrupación Irakere, fue uno de los invitados estelares a los festivales de jazz de Barranquilla, Medellín y Cali.

Además de fundar agrupaciones, inventar sonidos y fusionar estilos, Chucho Valdés creó una comparsa de jazz latino. Con ella innovó y tiempo después la patentó en Colombia durante una de sus primeras visitas con su grupo Irakere. Casi al finalizar el concierto sus músicos, con instrumentos a cuestas, desfilaron por todo el teatro. Salieron del reciento por una puerta, el sonido se iba perdiendo como en un eterno fade out y a los pocos minutos ingresaron por el otro costado retomando la melodía en el punto exacto.
Después de varios años de ausencia, Chucho Valdés regresa al país con su octeto para presentar su más reciente trabajo Chucho’s Steps, en el que muestra su virtuosismo y su destreza interpretativa.
¿Es necesaria la velocidad de digitación a la hora de insertarse en el jazz?
Claro... pero más importante que la velocidad es la imaginación porque no se puede estar tocando rápido todo el tiempo y tampoco se puede tocar muy despacio y mantener esa velocidad. Lo ideal es una mezcla y mientras uno va improvisando hace una selección en la que toca incluir momentos líricos, suaves y lentos, y cuando se toma la decisión, pues uno acelera. Tocar piano es la combinación de estados emocionales.
Pero también se necesita asumir riesgos, como el que usted asumió cuando interpretando ‘My Favorite Things’ llevaba la melodía con una mano mientras con la otra ejecutaba un tumbao...
Así es… si uno asume hacerlo debe tener en cuenta que puede salir perfecto, pero también puede resultar regular. Todo depende de la llegada de la musa, pero lo cierto es que siempre que hay improvisación, hay riesgo porque se trata de una creación al instante y hay un buen margen de que todo salga bien cuando se tiene experiencia y algo de dominio técnico.
¿Cuál cree usted que es el legado más importante que dejó Irakere?
Lo que más me satisface de Irakere es que ya pasó a la historia y yo diría que su legado es muy grande en todos los sentidos porque eso incluía la sonoridad de la banda, el virtuosismo de cada músico y el estilo. Todos los años que han pasado desde su fundación y para mí esos momentos con la agrupación han resultado inolvidables.
En 53 años de actividad artística, ¿cuál considera que ha sido su principal aporte?
En todos estos años no me da pena decir que uno de los grandes aportes lo realicé en los años 60 con El Combo de Chucho Valdés con algo que se llamó Mambo Influenciado. Sin embargo, hoy pienso también en Irakere, que fue en los 70, 80 y parte de los 90.
¿Irakere es su máximo orgullo?
De todos me siento orgulloso, pero es lógico que el que más resultados me dio fue Irakere porque cambió los conceptos, abrió caminos. Es un caso aparte porque marcó un nuevo rumbo de la música bailable cubana y también dejó un legado en el jazz latino.
¿En qué formato se siente más cómodo, big band, trío o solista?
Me siento en mucha libertad cuando toco piano solo, pero me siento bien en todos los formatos. Cuando estoy en piano solo tengo la mente abierta porque no tengo base rítmica. Con trío, cuarteto o big band me siento pleno, pero me toca estar pendiente de los demás.
Estando Puerto Rico y Cuba tan cerca, ¿usted cree que el son y la salsa fueron algún día lo mismo?
La salsa es una derivación del son porque el Caribe completo tiene muchas similitudes. Puerto Rico y Cuba tienen las mismas raíces. Ellos tienen la plena, la bamba y allí llegó el son cubano que los boricuas adaptaron a su forma y les quedó un sonido bastante sabroso. Se parecen mucho porque comparten la misma raíz, pero son y salsa no son sinónimos.
¿Le gusta escuchar las manifestaciones contemporáneas de la música bailable cubana, como el songo y la timba?
Me encantan. El songo es una gran innovación de Juan Formell y Changuito, y la timba la inventó Irakere a partir de un clásico que se llama Bacalao con pan.
Usted hizo grabaciones memorables con Pablo Milanés y Silvio Rodríguez... ¿qué tanto se parecen la nueva trova cubana y la música bailable de Cuba?
La nueva trova es un tipo de canción social y lo que nosotros hicimos fue música popular bailable y jazz latino, aunque las agrupaciones de música popular hemos acompañado a todos los trovadores, pero adaptándonos al estilo de ellos. Son bien distintos ambos estilos.
¿Cambió la difusión del jazz latino luego de la aparición del cineasta Fernando Trueba como productor musical?
Ha mejorado mucho. Todos los géneros tienen su público, pero muchas personas que no se habían interesado por este estilo a partir de la película Calle 54 conocieron quiénes eran Cachao López y Bebo Valdés. También desde ese trabajo documental se estableció la importancia de Tito Puente, Paquito de Rivera, Michel Camilo y todos los que ahí aparecen. Eso ha sido un tremendo impulso.
¿Se ha visto recientemente con su padre, Bebo?
Ahora nos estamos viendo constantemente. Por diez días estuvimos juntos en Málaga y yo después comencé mi gira por toda Europa. Lo importante es que pronto nos vamos a volver a encontrar.
¿Qué buenas noticias están pasando en la música de la isla?
Viene una generación tremenda con un grupo de pianistas jóvenes. También pude escuchar muchas bandas que están surgiendo en la música de la isla y en el jazz también.

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