Clara Luz Domínguez Amorín Ellos van y vienen, pero siempre permanecen en los primeros lugares del acontecer cultural. Desde los lejanos 70 en que irrumpieron en el gusto popular con su rica sonoridad moviendo el cuerpo a los más incrédulos y tímidos al compás de Pastorita quiere guararey, La compota de palo, Sandunguera..., hasta la actualidad con Chapeando, Ese corazón me lo llevo yo, Después de todo...Van Van es la agrupación cuya cubanía va arrasando sin dejar margen para negarse al magnetismo de su cadencia.
Hasta los más “patones” y reacios al movimiento sienten el embrujo de ese sonido único, reconocible entre muchos por la singular mezcla de cuerdas, flautas y trombones con instrumentos tradicionales de la charanga, marcando así la diferencia con todos los demás salseros y creadores de música bailable.
Con la seguridad que da el buen hacer acaban de participar en el Festival Crush Power Music en Santiago de Chile, normalmente de música rock y pop latino; sin embargo, ellos fueron acogidos por un público de 100 000 personas que los recibió con la calidez merecida por los legítimos artistas que son.
También estuvieron en Colombia y Tumaco, lugares estos de buenos bailadores, donde son reconocidos, aclamados, y sus canciones coreadas como en nuestro propio patio.
Además trabajan en un segundo DVD con imágenes de conciertos en el Karl Marx, que hará el regusto de los seguidores y la salida al público está ya a la vuelta de la esquina.
De producciones discográficas no están carentes, se encuentran en la preparación de un nuevo disco, cuya etapa de grabación en estudio está ya cercana; esta propuesta se nombrará La maquinaria, y tiene mucha más presencia de Juan Formell, artífice principal de la orquesta, que el anterior, de su creatividad y genialidad en las ideas, pues es el autor y director musical de muchos de sus temas.
Esta maquinaria que son realmente los Van Van, y que nadie sabe qué tiene que sigue ahí...ahí, después de tantos años continúa superándose a sí misma en cada entrega, poniendo corazón, pasión, alma y vida a favor del bailador y de todo el color que posee lo verdaderamente cubano.... tan criollos como el azul del cielo o la palma, y bajo la sabia batuta de Juan Formell.
